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REINA REAL

HISTORIA

Hoy es el turno de REINA REAL, una hembra de pelaje alazán por ESCUDO REAL y TRES REINAS (ISAAC THE ANGEL) que nació el 5 de octubre de 1977 en el Haras La Florida, ubicado sobre la RN 8 Km 14 de la localidad de San Antonio de Areco y perteneciente a la familia Carballido.


LA REINA DE LA PLATA

Desde potranca, Reina Real mostró un carácter particular. Incluso se la notaba dominante entre sus pares. Antes de cumplir los 2 años, sus propietarios decidieron enviarla al Hipódromo de La Plata, bajo las órdenes del preparador Eusonio Boni, para comenzar su carrera deportiva. En ese primer viaje hacia el stud platense, su indocilidad se hizo presente a la hora de subir al camión.

Una vez radicada en la caballeriza de la calle 38, entre 120 y 121, comenzó la doma y empeoró notablemente su genio. Las primeras incursiones en las gateras terminaron con caídas de los jockeys que la montaron. No obstante ello, sus cualidades de potranca útil saltaban a la luz.

Era tan buena la pinta que le veía su entrenador que decidió anotarla para su debut en el Clásico Independencia, de la temporada 1980, a los 2 años, justo antes del cambio de edad. Luis Triviño, su jockey en esa oportunidad, resultó golpeado en las gateras, luego del alboroto que generó la hija de Escudo Real. Llegó al disco en el tercer puesto, completando el podio que encabezó Rimila (Snow River).

Los trabajos de mañana se tornaron muy difíciles. Pero todo cambió cuando el jockey Juan R. Gutiérrez se cruzó en su camino y se convirtió en su monta hasta su última salida a pistas. Algunos recuerdan que el jinete la debía montar al trote, casi iniciando el galope.

Un mes después de su estreno oficial, Reina Real cruzó victoriosa, y con holgura, el disco del Clásico Diego M. Argüello. A los diez días de aquel triunfo, consiguió otro en la categoría que la catapultó a la Polla de Potrancas, en ese entonces de Grupo 1.

La pensionista de Eusonio Boni llegó a aquella cita como máxima favorita de la afición, pero no logró su cometido y se ubicó segunda de Cristi Bar (Ocean Bar). Esa caída, a los siete días del mes de septiembre de 1980, sería la última de su campaña.

Todo lo que vino después para Reina Real fue un camino triunfal. Numerosos clásicos del calendario hípico platense la vieron cruzar adelante: Marcos Levalle (G2), Ecuador (G3), Santiago Luro, Chile, Emilio Casares (G3), Arturo A. Bullrich (G3), Comando y Dirección General de Remonta y Veterinaria (G2).

Por aquel entonces, otro caballo con pasta de crack asomaba en la arena de Palermo: Osorno (Four Fingers) se mantenía invicto en sus cinco primeras actuaciones y contaba en su palmarés con un triunfo en el Félix de Álzaga Unzué (G1), sobre la recta de césped de San Isidro.



Eran épocas en las que existía una marcada división entre los ejemplares radicados en Palermo y San Isidro con aquellos que residían en La Plata. Todos condimentos para que la afición comenzara a fogonear un desafío entre los dos caballos del momento. Algo así como un River – Boca o la tan popular batalla de sexos. Por un lado, “El rey de la recta” en Palermo y San Isidro; por el otro, “la potranca sensación” de la ciudad de las diagonales. Todo por verse.

Para concretar aquel mentado choque, hubo que sortear un obstáculo fundamental: la conocida indocilidad de Reina Real al momento de ser transportada. Por lo tanto, se resolvió que sería Osorno quien hiciera las veces de visitante y se trasladara al recinto del bosque. La cita tendría lugar en la carrera más importante del calendario platense destinada a velocistas: el Gran Premio Internacional Ciudad de La Plata, que en aquel entonces ostentaba el grado 1 de la escala.

Domingo 8 de marzo de 1981 marcaba el almanaque. Doce competidores, de distintas edades, integraron el lote. Entre ellos, Reina Real, con la monta de Juan R. Gutiérrez, y Osorno, con Candelario Cáceres en su cruz. Una multitud colmó las tribunas del hipódromo para no perderse detalle de tan promocionado duelo.

El reloj marcó las ocho y media de la noche cuando la campana de largada comenzó a sonar. Todos los participantes dispuestos en las gateras, listos para afrontar las doce cuadras de recorrido.

“¡Largaron!”, se oyó por el parlante y rápidamente Reina Real tomó la vanguardia del lote. Osorno inmediatamente se colocó a la cabeza de la puntera. Cumpliendo con las expectativas del público presente, los grandes favoritos de la prueba brindaron un espectacular match que se mantuvo hasta la meta. Entraron al derecho luchando por la punta. Osorno por dentro, Reina Real por fuera. El griterío de la afición se volvió ensordecedor por tamaño show. Los mejores exponentes de la especialidad, cabeza a cabeza, sin claudicar. Llegaron a la señal demarcatoria de los 100 metros sin sacarse ventaja, pero al cruzar el disco la diferencia fue a favor de la potranca. Una carrera consagratoria que la posicionó como la mejor del momento.

En el regreso a la herradura triunfal, luego de las fotos de rigor, su jockey Juan R. Gutiérrez fue llevado en andas hasta el sitio de premiación, una imagen que aún permanece imborrable en la retina de todos los presentes.



Después de aquella recordada contienda, las carreras de Osorno y Reina Real siguieron su curso. El descendiente de Four Fingers continuó en la senda triunfal, con cinco primeros puestos que le valieron el título de campeón velocista en las Distinciones Pellegrini de 1981. En tanto, la nativa de La Florida obtuvo otras tres conquistas para añadir a una campaña formidable que se resume en: 15 salidas a pista, 13 primeros puestos, 1 segundo y 1 tercer puesto.

El destino y sus pergaminos quisieron que el futuro de Reina Real estuviera en Estados Unidos de América. Hacia allí viajó, luego de ser vendida por sus propietarios argentinos en agosto de 1981. Haciendo honor a su temperamento y a sus famosas dificultades al momento de trasladarse, el vuelo fue caótico. Reina Real se desbocó y corrió riesgo de ser sacrificada debido a su comportamiento.

Superado el percance, la nieta de Isaac The Angel desarrolló una corta campaña de dos actuaciones en las pistas norteamericanas, sin lograr adaptarse al nuevo manejo.

En 1990, el Haras de La Pomme se encargó de repatriarla. En sus campos, comenzó su etapa como reproductora. Entre sus crías, que fueron cuatro, podemos recordar a Subversión (El Basco), titular de las Mil Guineas (G1) de 1995, bajo la tutela de Carlos Daniel Etchechoury. Otros nombres como Queleden Candela (G1) y Pride Of Dignity (G2) ilustran su progenie.



Gutierrez Fernando Gabriel
Veterinario del Stud Book Argentino
guetierrezvet@hotmail.com